Al terminar el período vacional muchas personas sufren ansiedad, insomnio, estrés... Esto es normal ya que todos requerimos un tiempo para adaptarnos a las nuevas situaciones.
Esto suele durar unos días, pero a veces se alarga y puede llegar a convertirse en un trastorno o incluso en depresión.
Hay múltiples razones que pueden afectar a ello, en este artículo hablo de 2 de ellas.
Pensamientos rígidos en cuanto a que solo en vacaciones podemos planear tiempo para nuestro disfrute.
Estrés, prisas, obligaciones, rutina, falta de tiempo, cansancio...
La sociedad actual nos exige mucho y sin darnos cuenta nos encontramos sumergidos en una espiral de acciones diarias de las que no sabemos salir, ni siquiera nos planteamos salir.
A veces, solo nos permitimos salir de esa espiral en determinados períodos
(generalmente vacaciones) convirtiendo el período vacacional en el único tiempo para disfrutar y permitirnos salir de todo ese círculo.
Dividimos nuestra vida en 2 extremos:
El tiempo laboral y el tiempo vacacional.
Tiempo laboral como tiempo en que no tenemos derecho a disfrutar sino que es un tiempo en que solo debemos ser eficaces (un tiempo lleno de obligaciones, un tiempo en el que no disfrutamos apenas y nos centramos solo en actuar, muchas veces de manera automática, sin parar, sin meditar,
sin pensar mas allá de nuestras rutinas y nuestros resultados.)
Tiempo vacacional, como el único en el que nos permitimos ser de otra manera, cambiar nuestras rutinas y cuidarnos un poco, tiempo en
que nos permitimos regalarnos cosas que nos gustan.
Este pensamiento dicotómico hace que muchas veces sea extremadamente difícil adaptarse a la vuelta de las vacaciones.
Rompamos esta dicotomía.
Miedo al cambio, conformismo con relaciones y circunstancias que no nos hacen sentirnos felices.
Además de esto, muchas veces hay por debajo emociones escondidas que no queremos o no podemos ver, generalmente miedos, a veces subconscientes, que vuelven y nos provocan ansiedad y frustación, y no sabemos como evitarlos o detectarlos.
Por ejemplo miedo al cambio, miedo al miedo, miedo a la desaprobación...
Estos miedos pueden estar provocando que nos conformemos con situaciones que no nos hacen felices (trabajos en los que no nos encontramos realizados, personas que nos hacen sentir mal, problemas de pareja o familiares ...).
Esto añade dificultad a la adaptación postvacacional, ya que vemos como después de las vacaciones volvemos irremediablemente a estas situaciones con las que nos hemos "conformado" pero que realmente no queremos.
Detectar esos miedos nos ayuda a tener más control sobre ellos, y a tomar acciones si queremos hacerlo.
¿podemos dedicar tiempo a disfrutar aunque no sean vacaciones?
¿podemos cambiar costumbres automáticas?
¿podemos trabajar para ser mas conscientes de las cosas que hacemos y de por qué las hacemos?
¿podemos planificar cosas que nos hagan disfrutar, solo por el hecho de disfrutar, sin necesidad de ser eficaces, sin juicios y sin expectativas, aunque sea tiempo no vacacional?
¿Podemos detectar y afrontar nuestros miedos?
¿nos lo permitimos?
Con o sin ayuda, intentémoslo.
Mer Muñoz
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